por Michal Tomaszewski
El ejercicio físico está compuesto de múltiples variables que un profesional del ejercicio debe manejar según su tipo, volumen, intensidad, entre otras. Para ajustar la dosis de ejercicio necesaria para una población como lo son los supervivientes de cáncer es necesario conocer y manejar todas ellas para administrar exactamente la que la persona necesita.
Los efectos de los diferentes tratamientos y las características de cada tipo de enfermedad van a condicionar estas variables. Gracias a las guías internacionales basadas en evidencia científica sabemos que el ejercicio tanto de intensidad moderada como vigorosa es seguro y necesario para esta población, por múltiples beneficios para contrarrestar los efectos secundarios, así como por su posible efecto en efectos perfiles inflamatorios que afectan al entorno tumoral (Hofmann et al., 2018).
Recientes revisiones nos ayudan a administrar con mayor exactitud la intensidad que nos permiten entrenar de forma segura y logrando beneficios para la salud. Gracias a Tsuji, K. y colaboradores (2021) analizaron 12 artículos diferentes, de mujeres con cáncer de mama en diferentes estadios y afectaciones, confirmado como ya sabemos que la modalidad de ejercicio concurrente es la que se ha demostrado más efectiva en esta población. Basándonos en esta evidencia, debemos identificar que intensidades son las más adecuadas, por ello revisando intervenciones que incluían en el plan entrenamiento de alta intensidad en las diferentes fases dentro del continuo de la enfermedad (tanto durante como después).
Observando que las intervenciones supervisadas, en centros especializados por profesionales de ejercicio o personal sanitario, durante periodos de tiempo entre 8 y 16 semanas, con una frecuencia de 3 a 2 veces por semana, realizados ya sea en cicloergómetro o cinta de correr. A alta intensidad, 16-18 RPE de escala de esfuerzo, entre 85-100% de VO2 pico o 90-95% de frecuencia cardiaca máxima. Con diferentes protocolos que van desde 1 a 4 minutos de trabajo de alta intensidad y recuperaciones incompletas. Afirmando como ya se ha visto en estudios anteriores, las intervenciones con HIIT previenen o reducen los efectos secundarios cardiovasculares de la quimioterapia, destacando los siguientes puntos:
- Beneficios a nivel de fitness cardiovascular, respecto a otros programas en los que no se encontrón diferencias realizando entrenamiento a una intensidad (Mugele H. et al 2019).
- Masa muscular y fuerza, en todos los artículos revisados, las intervenciones incluían entrenamiento de fuerza. Evaluando las ganancias de fuerza a través de contracciones isométricas máximas, así como 1RM en prensa de pierna. Y el aumento de la sección trasversal del musculo, así como el aumento de fibras musculares tipo II y células satélites en las intervenciones con HIIT y fuerza en tren inferior.
- Cardiotoxicidad y función cardiovascular, el tratamiento en mujeres con cáncer de mama puede conllevar cardiotoxicidad y reducción de la función cardiopulmonar, así como daño en el tejido cardiaco. Dos de los estudios presentados evaluaron la cardiotoxicidad y función endotelial en intervenciones HIIT, han mostrado beneficios significativos. Sin embargo, los mismos autores concluyen que se trata de fases iniciales de cardiotoxicidad y es necesario mayor investigación en el control de la intensidad y momento de intervención.
- Calidad de vida, fatiga y biomarcadores, solo uno de los estudios valoro la relación de HIIT con la fatiga y el entrenamiento de fuerza, sin percibir grandes diferencias en los valores de fatiga. Observando mejoras en los marcadores inflamatorios de interleucina IL-6. Concluyendo en que los efectos de HIIT para la fatiga en cáncer de mama.
- Complicaciones y efectos adversos, seis de los ocho estudios realizados durante el tratamiento no presentaron ningún efecto adverso. Así como los que realizaron la intervención pos tratamiento, concluyendo que HIIT es una herramienta completamente segura.
Debemos considerar la posibilidad de generar un efecto supresor inmunológico agudo post ejercicio en población inmunodeprimida, por lo que es necesario disponer de una analítica en la que figuren los valores plaquetas, neutrófilos correctos, para poder administrar este tipo de entrenamiento. Podemos encontrar evidencia de casos reportados de contraindicaciones en hombres con cáncer de testículos con tratamientos quimioterapéutico basado en inhibidores de ARN (Thorsen L, et al., 2020), por ello disponer de una prueba de esfuerzo en esta población es de valorar. La posibilidad de presentar estas complicaciones y necesidad de manejar variables de entrenamiento moduladas con los efectos del tratamiento, pone en manifiesto la necesidad de realizar ejercicio de forma supervisada por un profesional del ejercicio, siendo la modalidad de ejercicio que mayor beneficio y evidencia presenta.
Bibliografía.
Mijwel S, Jervaeus A, Bolam KA, Norrbom J, Bergh J, Rundqvist H, Wengström Y. High-intensity exercise during chemotherapy induces beneficial effects 12 months into breast cancer survivorship. J Cancer Surviv. 2019 Apr;13(2):244-256. doi: 10.1007/s11764-019-00747-z. Epub 2019 Mar 25. PMID: 30912010; PMCID: PMC6482129.
Mugele H, Freitag N, Wilhelmi J, Yang Y, Cheng S, Bloch W, Schumann M. High-intensity interval training in the therapy and aftercare of cancer patients: a systematic review with meta-analysis. J Cancer Surviv. 2019 Apr;13(2):205-223. doi: 10.1007/s11764-019-00743-3. Epub 2019 Feb 26. PMID: 30806875.
Tsuji, K., Matsuoka, Y.J. & Ochi, E. High-intensity interval training in breast cancer survivors: a systematic review. BMC Cancer 21, 184 (2021). https://doi.org/10.1186/s12885-021-07804-w
Thorsen L, Haugnes HS, Fosså SD, et al. Thromboembolic events after high-intensity training during cisplatin-based chemotherapy for testicular cancer: Case reports and review of the literature. Int J Cancer. 2020;147(11):3189-3198. doi:10.1002/ijc.33151