por Michael Tomaszewski

Los beneficios de las actividades acuáticas son múltiples para cualquier persona. Y en concreto para personas con algún tipo de patología. Este tipo de deporte suele ser una alternativa perfecta para trabajar diversas capacidades. El medio acuático es la opción de muchas personas que quieren entrenar. Las grandes posibilidades de los ejercicios en el agua permite trabajar la flotación, respiración, locomoción, sumersión, equilibrio, giros en diferentes ejes. Veamos sus beneficios y por qué es importante incluir las actividades acuáticas en una planificación de entrenamiento con personas con patologías. 

Ejercicio en el agua para todos

La actividad física en medios acuáticos tiene un importante impacto en la salud. Así, el grupo de expertos de Faíl LB. et al., (2022) ha procurado enumerarlas todas en una revisión sistemática. A través de un análisis de 62 artículos (26 se han hecho en población adulta sana y 36 en personas que sufren algún tipo de patología) se ha observado que el ejercicio en el agua mejora el equilibrio, la capacidad cardiovascular, flexibilidad, fuerza, composición corporal y dolor.

Así, en esta revisión se concluye que el ejercicio en el agua para personas con fibromialgia, afectaciones óseas, problemas cardiovasculares, hipertensión, ictus, diabetes, esclerosis múltiple, Parkinson u otras mejora la composición corporal y reduciendo el peso corporal. Además, se han detectado beneficios a nivel articular, reduciendo el dolor al disminuir las fuerzas compresoras, así como en indicadores de fitness como fuerza, equilibrio, calidad de vida especialmente en personas con problemas cardiovasculares, hipertensión, ictus y diabetes mellitus.

Y aunque es cierto que este estudio no tiene en cuenta a los supervivientes de cáncer si que resulta interesante tenerlo en cuenta puesto que muchos tratamientos oncológicos podrían derivar en algunas de esas patologías de las que hablamos. Al menos, así lo indica el estudio Paterson DI et al., (2022) en el que se afirma que las afectaciones y desarrollo de problemas cardiovasculares post tratamiento son habituales puesto que aumentan el riesgo de fallos cardiacos, ictus o embolia pulmonar, unos factores que aumentan la mortalidad.

Es cierto que estos factores se han estudiado más en el cáncer de mama (por su mayor prevalencia) aunque también se asocian a otros tipos como los ginecológicos, torácicos, hematológicos, gastrointestinales o del sistema nervioso. No podemos olvidar que los factores de riesgo para desarrollar esas patologías con los tratamientos dependen del tipo de cáncer y además de la propia persona, estilo de vida o herencia genética.

Efectos positivos en personas con patologías relacionadas con el cáncer

 

La actividad en el agua alivia los síntomas más comunes en personas con cáncer. La práctica de este tipo de ejercicios mejoran los indicadores de calidad de vida, alcances de linfedema, dolor de cuello y hombros, fatiga e IMC y además, no supone ningún riesgo, es decir, no tiene efectos adversos.

Estos son algunos de las conclusiones que se han obtenido de una revisión de 12 estudios llevada a cabo por autores Reger, M. Et al.,(2022) que han experimentado la práctica de ejercicio acuático en 430 personas con el objetivo de mejorar los síntomas asociados a los tratamientos del cáncer.

Así influyen las actividades acuáticas en el cáncer de mama

Por otro lado, diferentes autores han estudiado el impacto de la actividad física en mujeres pacientes de cáncer de mama. El agua ofrece muchos estímulos gracias a su ingravidez: permite realizar amplios movimientos a diferentes velocidades y desplazando la resistencia que ofrece el volumen de agua para mejorar la fuerza en fases iniciales.

En concreto, en una revisión de Weng J. Et al., (2022) de cinco estudios con un total de 356 participantes se ha observado una reducción en las indicaciones de fatiga y mejora en la calidad de vida respecto a los cuidados tradicionales .

Por otro lado, en el caso de Deacon R. et al., (2019) a través de Ai Chi, una variante del Tai Chi en el agua, se ha estudiado el efecto en 18 mujeres en edades comprendidas entre 52 y 81 años que hayan pasado un cáncer de mama y hayan desarrollado linfedema en el brazo intervenido. En el caso del grupo de Ai Chi, el 72% de las mujeres que han participado en el estudio han reducido el volumen de linfedema tras las sesiones. Gracias a esto, se afirma que las intervenciones basadas en movimientos lentos de Ai Chi son más efectivas para el control del linfedema respecto a los grupos de ejercicio convencional en el agua, a falta de determinar en mayor profundidad factores de entrenamiento y su resultado a largo plazo y en su calidad de vida.

Otras evidencias encontradas en la práctica de ejercicio acuático es gracias al grupo español de Cantero I. Et al., (2012) que realizó un programa de 8 semanas con 66 mujeres y han concluido resultados positivos en la mejora del dolor en la zona cervical y hombro en esas mujeres que han participado en el programa de agua con respecto a las del grupo control. De esta forma, se afirma que factores como la flotabilidad y la temperatura del agua facilitan la recuperación. Pese a que no se han encontrado complicaciones asociados al programa de ejercicio en el agua, es necesario una valoración previa y contar con el conocimiento de un médico que estudie si pudieran surgir complicaciones posteriores.

Ejercicio físico en el agua y calidad ósea

Larevisión de Su Y. et al., (2020) nos dice que hasta 263 mujeres premenopáusicas y postmenopáusicas con osteoporosis en la columna lumbar que han nadado entre 3 y 6 horas semanales, han mejorado su densidad mineral ósea aunque la heterogeneidad de la densidad lumbar de los grupos fue moderada. Por ello, aunque la natación puede tener efectos positivos en personas de avanzada edad gracias al estimulo en los osteblastos, mejorando la circulación sanguínea, aumentando la absorbcion de calcio y vitamina D, mejorando el apetito con beneficios al hueso, la Fundacion Nacional de Osteoporosis de Estados Unidos sigue recomendando como una opción mas eficiente el ejercicio de moderada-alta intensidad con cargas de al menos 30 minutos entre 5 y 7 veces por semana como mejor estimulo para el hueso, pudiendo siempre complementarlo con ejercicios en el agua como un elemento para generar mayor adherencia y bienestar.

Consideraciones y precauciones en el ejercicio acuático


Como ya hemos visto, existen muchos beneficios de la práctica de deportes acuáticos en personas con cáncer. Aunque sí es importante tener en cuenta la posibilidad de infección o irritación en zonas de la piel, sobre todo en áreas irradiadas. Si te interesa iniciarte en actividades deportivas para mejorar tu forma física

 

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